9 de enero de 2011

Tron Legacy


Antes de empezar este comentario hay que dejar algo bien claro: si alguna vez ha existido una película que merecía ser vista en tres dimensiones y en formato Imax, esta es, sin lugar a dudas, Tron: Legacy.
Porque el asalto a los sentidos que representa la experiencia de ver esta continuación de Tron en tales formatos deja, en pocas palabras, con la boca abierta.
Visualmente, Tron: Legacy es un festín, una orgía de imágenes, escenarios, movimientos de cámara y diseños que confirman que su director, el debutante Joseph Kosinski, es alguien a tener en cuenta en el futuro del cine en general y del cine fantástico en particular.
Y auditivamente, la cinta es una sensacional amalgama de sonidos, desde los efectos que surgen de las cuatro esquinas del cine (y también de su techo), hasta su extraordinaria banda sonora, escrita por el dúo de música electrónica francés Daft Punk.
Tron, la película original, se estrenó en 1982, el mismo año en que llegaron a las salas clásicos del género como Blade Runner y E.T. The Extra-Terrestrial.
Al igual que la primera, Tron no logró el éxito comercial que sus responsables deseaban. Pero el paso del tiempo la convirtió en un filme de culto, más que nada por ser el primer largometraje creado por computadora.
Como película dramática, Tron es absolutamente olvidable y mediocre.
Tron: Legacy no representa una revolución tecnológica al mismo nivel. Pero sí es, por un lado, una evolución visual de títulos más recientes como la trilogía The Matrix, y por otro, una considerable mejora con respecto al título original.

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